Jordi Gascón (Instituto
de Altos Estudios Nacionales. Ecuador) A continuación reproducimos la conferencia de inaguración del Congreso Mundial de Turismo Social que se celebró en Sao Paulo, Brasil, los pasados 9 y 10 de octubre de 2014. Esta conferencia corrió a cargo de Jordi Gascón, del Instituto
de Altos Estudios Nacionales de Ecuador y miembro del Foro de Turismo Responsable.
Es muy difícil extraerse
del imaginario hegemónico que presenta al turismo como una vía relativamente
fácil y rápida al desarrollo. Por un lado, el turismo ha sabido venderse como
una “industria sin humos” que no genera distorsiones sociales y
medioambientales significativas si se gestiona bien, y que por el contrario
impulsa la economía local y el desarrollo (e.g. Ashley, Roe & Goodwin, 2001; Cazes, 1004; Organización
Mundial del Turismo, 2003; Torres & Momsen, 2011). Por otro, el discurso
neoliberal, que aún es dogma entre muchos sectores sociales y académicos, y que
aún se impone a través de instituciones multilaterales como la OMC o el Banco
Mundial, afirma que el sur global ha de abandonar las veleidades industriales
que propugnaba el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones;
su desarrollo y su contribución a la nueva economía globalizada pasa por la
producción de materias primas y alimentos básicos (de nuevo, el patrón
agroexportador), y (esta es la novedad) la oferta de servicios de ocio para las
clases medias y altas del norte global.
Recordemos que en plena crisis de la
deuda externa en América Latina, hubieron partidas crediticias internacionales
para la construcción de grandes infraestructuras turísticas (Mowforth &
Munt, 2003). Por ejemplo, es durante esa “década perdida”, que en realidad
fueron dos, los ’80 y los ’90, cuando la región inició la modernización y
ampliación de sus aeropuertos. Y para ello no tuvo problemas a la hora de
acceder a préstamos internacionales. La fuerza que tiene este
imaginario es muy potente. Un ejemplo paradigmático lo encontramos en el Estado
Español. El turismo fue el gran impulsor de la burbuja inmobiliaria que, al
explotar a finales de la década pasada, hundió al país en la crisis que
actualmente padece (Blázquez, Murray &
Artigues, 2011; Rodríguez López & López Hernández, 2011). No
obstante, es recurrente leer y escuchar que el turismo es el sector económico
que mantiene la economía, y que será la que impulse su recuperación. En
Barcelona, una ciudad de 1.600.000 habitantes que recibe anualmente siete
millones y medio de visitantes, la mayor parte de la conflictividad social y
política gira alrededor de los impactos que genera el desarrollo del turismo:
gentrificación, inflación, ruido nocturno, saturación de servicios y espacios,
etc. Sin embargo, el sector turístico sigue siendo muy bien valorado por su
ciudadanía, que desliga este sector económico de esos problemas (Gascón, 2012b).
Llevo más de veinte años
trabajando en intervenciones de desarrollo agrario en América Latina, especialmente
en el área andina. Cuando se empieza a identificar y diseñar un proyecto
agropecuario con un campesino, sus perspectivas son muy realistas. No se hace
más ilusiones de las oportunas. Es un trabajador cualificado que conoce los
medios agrarios que controla y las posibilidades que los recursos del proyecto
le puede ofrecer. Sin embargo las expectativas se disparan cuando en esos
espacios rurales-campesinos se habla de turismo. En parte, esto se explica por
el desconocimiento que la población tiene de este sector económico. Pero
especialmente se debe a la aureola de la que se ha envuelto como estrategia
económica fácil y eficaz, y que ha alcanzado los lugares más remotos del
planeta.
En la presente
conferencia queremos cuestionar algunos de los elementos que generan esta
ceguera escotomática alrededor del turismo. Y para eso vamos a exponer y
analizar algunas de las distorsiones que genera. Todo el mundo conoce uno o más
ejemplos en el que el turismo despilfarra recursos naturales, genera marcos favorables
para la corrupción institucional, mercadea con las expresiones culturales,
transgrede los derechos de los trabajadores o deteriora ecosistemas. Sin
embargo, esa fe en la capacidad del turismo como motor al desarrollo hace que
se vean como casos concretos resultado de una mala gestión, de la codicia de
algunos individuos, o de coyunturas incontrolables. Lo que pretendemos mostrar
es que muchas veces hay pautas comunes en todos estos casos que permiten
trascender el análisis de caso.
Para ello nos vamos a
acercar al fenómeno turístico considerándolo un espacio de conflicto social; lo
que en sociología se denomina una “arena política”. En torno a la gestión y a
la elección del modelo de la actividad turística entran en competencia y
contradicción diferentes intereses de sectores sociales diversos. Son conflictos de carácter redestributivo que se dan a
dos niveles, y que ya hemos analizado en otra ocasión (Gascón, 2012a). Leer documento completo
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