Crítica de la (pseudo) razón turística irresponsable |
Martes, 04 de Diciembre de 2012 13:45 |
Salvador López Arnal (El Viejo Topo) Publicamos la reseña de Salvador López Arnal del libro El turismo en el inicio del milenio. Una lectura crítica a tres voces (Foro de Turismo Responsable, Madrid, 2012), de Joan Buades, Ernest Cañada y Jordi Gascón, publicada en el número 298, de noviembre de 2012, de la revista El Viejo Topo. Un dato relevante para enmarcar la temática. El número de viajes aéreos internacionales que se realizaron en 1998 fue de 458 millones. Doce años después, en 2010, se habían casi quintuplicado: el número de viajes internacionales superaba los 2.560 millones. También la industria turística –un sector que ha tenido la “habilidad” empresarial de apropiarse del concepto de turismo responsable que surgió precisamente para denunciarla- tiene que decrecer señalan los autores. El turismo, señala Macià Blázquez, autor del prólogo, se fundamenta en el desarrollo desigual y combinado de diferentes partes de la humanidad, que es inherente al capitalismo, entre la emergencia de concentraciones de bienestar y capital por un lado, y pobreza y opresión por otro. Entonces, ¿toda clase de turismo tiene ese fundamento? No, el turismo responsable –no es una entelequia ni un lema publicitario- es otra cosa. Tiene que ver, escribía recientemente Ernest Cañada, uno de los autores de este ensayo, con “la lucha de las comunidades costeras de Costa Rica cuando exigen la aprobación de una Ley de Territorios Costeros Comunitarios que dé seguridad a los pobladores locales, ya sean pescadores o pequeñas iniciativas turísticas de capital local”; con la acción de los vecinos del barrio barcelonés de la Barceloneta “cuando cuelgan en los balcones de sus casas pancartas pintadas a mano con el lema tourists go home, hartos del incremento de precios y la especulación provocados por el turismo, que hace su vida cada vez más difícil”. También, por cierto, con “los sindicalistas argentinos que luchan por un trabajo decente y logran imponen a la patronal unas determinadas condiciones laborales” o con los manifestantes que, llegados de diversas partes del mundo (diciembre de 2009), “ocuparon las calles de Copenhague en las actividades paralelas a la fracasada Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático exigiendo, entre otras cosas, una regulación vinculante que pusiera fin a los tratos de favor a la industria aérea para que su responsabilidad mayor en la destrucción climática no siguiera quedando impune”. Serían esencia de este turismo responsable “los esfuerzos de poblaciones rurales organizadas colectivamente, como la Finca de los Hermanos Cerrato en Estelí, Nicaragua, o el Bosque de Cinquera en El Salvador, por desarrollar nuevas vías de diversificación y complementariedad en sus economías agrarias”. Formarían parte de él también, señala EC, los pequeños hoteles y restaurantes que tratan de llegar, como pueden, a fin de mes “soportando la competencia del “todo incluido” de las cadenas transnacionales”. Turismo responsable, añade EC, es igualmente “el compromiso de las profesoras y estudiantes de la UNAN Managua por apoyar a las comunidades rurales a apropiarse de sus territorios y recursos para poder llevar una actividad turística bajo su control”. El turismo responsable, por tanto, no puede ser un producto turístico más, ni mucho menos algo que pueda “certificarse” y comercializar. Consiste, mas bien, “en una invitación a la acción social, al compromiso colectivo por incidir y transformar el sector turístico”. ¿Será finalmente el turismo responsable un concepto útil para identificar un movimiento, o, por el contrario, “sucumbirá bajo las presiones de la segmentación de mercados y creación de nuevos productos”? Los peligros acechan, pero, en cualquier caso, la construcción de un movimiento con voluntad de incidencia global en la actividad turística seguirá presente en opinión de Cañada. El turismo responsable es, pues, una apuesta política de combate en la que queda mucho por hacer y donde casi todo es posible. Esta es la temática discutida en este volumen: esta nueva plaga –en su versión depredadora- civilizatoria (y anticivilizatoria a un tiempo) cuyas dimensiones crecen aceleradamente, otro de los nudos –nada marginal- del programa y la acción de la hora en este mundo (neoliberal), grande y terrible, en el que estamos abocados y encarcelados. Un prólogo de Macià Blázquez, una introducción –“Apuntes para un análisis crítico del turismo”- firmada por Jordi Gascón y tres secciones -“Turismo, neoliberalismo y capital transnacional”, “El turismo considerado desde la Soberanía Alimentaria y la Justicia ecológica” y “Turismo y cooperación al desarrollo”-, con artículos de Joan Buades, Ernest Cañada y Jordi Gascón, componen El turismo en el inicio del milenio. Una lectura crítica a tres voces [ETIM]. “Los textos que aquí se presentan son una muestra de su capacidad de análisis mordaz de la actualidad, con proyección crítica política y sobre el fundamento de la búsqueda de la calidad científica”, señala Macià Blázquez en la presentación del volumen. No exagera, no es retórica vacía para colegas que son amigos. La perspectiva desde la que los autores construyen su visión crítica e imprescindible está apuntada por Jordi Gascón en la introducción de ETIM. Los autores participan de lo que se ha venido en llamar giro crítico (Critical Turn), algo así como la revolución copernicana kantiana en los estudios de turismo. ¿Cómo definir este giro praxeológico, no sólo teórico, de marchamo copernicano? Como una línea de investigación -a lo Lakatos- que no aspira a quedarse sólo “en la crítica ontológica o académica del turismo, sino que tiene explícitamente un compromiso político a favor de la justicia social, la equidad y la lucha contra la opresión”. Una línea de trabajo, reconocen los autores, en proceso de desarrollo, casi marginal en estos momentos, “en un contexto en el que predomina la investigación de carácter técnico o relativamente complaciente con la industria turística de la que suele depender económicamente” (p. 19), lo que, sin atisbo para ninguna duda, otorga más valor a su investigación documentada, a sus análisis punzantes y a su sólido compromiso. No hay industria legal, señala JG, que pueda exhibir un crecimiento más acelerado y exponencial en los últimos sesenta años como el turismo, con la posible salvedad del sector informático (pero acaso con mejor cintura para sortear las crisis), un sector, el turismo, que parece inmune a fenómenos de carácter estructural (por ejemplo, al del encarecimiento del petróleo). Es un mito que el turismo genere beneficios sin requerir grandes inversiones y que sea, sin más matices, un eficaz y seguro motor de desarrollo (A pesar de ello, como es sabido, la apuesta destacada por él es nudo esencial de los planes estratégicos de algunos grupos hegemónicos. La apuesta de amplísimos sectores de la burguesía catalana –o de la madrileña aguirrista- por EuroVegas sería un buen ejemplo). ETIM recopila algunos artículos publicados por los tres autores en diversos medios de información de diferentes países en los últimos años. Los artículos no son uniformes: escritos periodísticos, entrevistas, panfletos en el mejor sentido de la palabra y textos de carácter científico (“La trasnacionalización del capital hotelero balear y de las resistencias ciudadanas”, pp. 49-58, y “Geopolítica, neoliberalismo y turismo en los Países Catalanes”, pp. 59-70, son dos de los preferidos entre estos últimos por este lector). Todos ellos con una característica común destacada por Jordi Gascón: “visualizar los impactos no deseados que el turismo tiene en ecosistemas y sociedades, yendo más allá de los discursos comunes sobre turismo y sostenibilidad”. A destacar, no son los únicos nodos, los que tienen en su punta de mira crítico-analítica las empresas trasnacionales turísticas de capital español -Grupo Barceló, por ejemplo, una “empresa familiar” de rapiña señala Joan Buades. Ernest Cañada, por su parte, dedica un excelente trabajo a analizar la hostilidad hacia la presencia sindical en los hoteles de las cadenas españolas (pp. 37-40)- o ese cuento de falarios cuentistas llamado “responsabilidad social corporativa” en el turismo (o la estrategia de esconder cadáveres en el armario, comenta con acierto Jordi Gascón, a propósito de Sol Melià). “Ernest, Joan y Jordi investigan por convicción y con autonomía, sin hacer en el utilitarismo propio de la academia que es propensa a la obra autorreferencial”, señala Macià Blázquez en la presentación del volumen. Añade: “La divulgación científica a la que se dedican es una muestra de su generosidad. Han abierto nuevas fronteras de difusión del conocimiento crítico y colaboración entre investigares y activistas mediante su creación de asociaciones como Alba Sud y Acció per un Turisme Responsable… Ernest, Joan y Jordi seguirán proponiéndonos retos que asumir desde la ciencia y la divulgación, para desvelar los mitos del turismo y del capitalismo”. No está a mi alcance expresarlo mejor pero sí, en cambio, destacarlo por su justicia y veracidad. |